Arte y Vida

Arte y Vida

martes, 30 de noviembre de 2010

¿Actuar? ¡Já! Eso lo puede hacer cualquiera... ¿Ser actor? ¡Amigo! ¡Eso es otra cosa!

Ya desde Grecia e incluso antes grandes mentes dejaban huella en la historia de este mundo. Tras el oscuro periodo medieval (y digo oscuro teatralmente hablando, pues poca información dramática se tiene) llegó el Renacimiento, donde España abarcaría el gran siglo de oro. Y ahí estuvo, entre otros, Calderón de la Barca que, como Shakespeare, dejaron clara su visión del mundo: El mundo, en definitiva, es un gran teatro.

Si os fijáis, ya de pequeños, como dice Declan Donellan, asistimos a nuestra primera representación cuando nuestra madre o padre nos hace el "ahora me ves, ahora no me ves" con una almohada. "El bebé gorjea aprendiendo que éste, el más trágico de los sucesos, la separación de la madre, puede prepararse y afrontarse desde la comicidad, con teatralidad. El bebé aprende a reír ante una separación potencialmente aterradora porque, en esta ocasión, no será real. Después de un tiempo, el niño aprenderá a ser el actor, con los padres como público, surgiendo desde detrás del sofá para darles un susto."

En otras palabras, el bebé observa, copia y representa. Crea su propio camino tejiendo su propia identidad, un proceso de socialización que le llevará a comportarse de determinadas formas.

Pero esto no solo le pasa al bebé. También al hermano adolescente, al padre, la madre, el tío, la abuela... Nos pasa durante toda la vida. No es necesario que nos enseñen a actuar, más que nada porque ya desde pequeños hemos aprendido a hacerlo según la situación nos convenga. Actuar es un reflejo, un mecanismo para el desarrollo y la supervivencia. Actuamos continuamente. Pero entonces, si la actuación es un reflejo natural, ¿por qué se estudia y se entrena?

Desde que estoy en la escuela de Arte Dramático mi profesor de interpretación no hace más que repetirnos: "No quiero que penséis como el alumno, el actor o el personaje (de momento). Pensad como personas. Pensad en cómo reaccionaríais si en vuestra vida real os pasara lo que le está pasando al personaje."

Y eso es muy difícil. No es lo mismo actuar inconscientemente (como nos pasa continuamente) que actuar conscientemente. La cosa cambia. El cuerpo trata de mostrar cosas que no son necesarias. En vez de trabajar inconscientemente desde lo más simple trabajamos conscientemente desde lo más complejo y, como he dicho, sacamos a relucir comportamientos, emociones, conductas, etc. convertidos en clichés completamente pensados, exagerados, innecesarios...

En conclusión, actuamos de forma poco creíble.

Está claro que el trabajo del actor no se resume a eso sino que abarca millones de campos. Todo depende del tipo de teatro que quieras trabajar. Mi actualización de hoy se acercaría probablemente a técnicas más realistas, Stanislavski. ¿Pero y si trabajamos un teatro más gestual? Quizá en vez de Stanislavsky tendríamos que conocer más a Grotowski.

Aquí se va abriendo más el infinito abanico del que dispone el actor. Pero para conocerlo aún me quedan casi 4 largos años por delante.

Sergio

No hay comentarios:

Publicar un comentario