Arte y Vida

Arte y Vida

lunes, 10 de octubre de 2011

La máscara es el tejido que nos cubre el alma.

Es curioso que la palabra "persona" venga del latín "persōna", que significa máscara.

Si seguimos esto al pie de la letra, algo que no sería tan descabellado, hablaríamos de persona como máscara o personaje, no de persona como neutralidad y claridad.

Ya cité, al comienzo de mi blog, unas frases de Declan Donellan, quien asegura que el niño se comporta por imitación, por mímesis de lo que ve. De no ser así, el bebé no tendría nada a lo que agarrarse, por lo que no sería. Todos nos agarramos a algo a través de lo que empujarnos. ¿De dónde se agarra sino el artista para crear? Se crea a través de lo que se ve, por mímesis, imitación, que no copia.

Siguiendo con el interesantísimo tema de la "persona", ¿quién es esta sino una mezcla infinita de cosas y cosas que ha visto y vivido? Muchos actores tienen en boca "me es muy difícil o incluso imposible hacer un personaje nervioso y extrovertido porque yo soy muy calmado y tímido". Pero a mí me gusta pensar, y creo que estoy en lo cierto, que todos tenemos todo. En mayor o menor medida, más escondido o más visible, más arraigado o más desprendido de nosotros, pero ahí está. Sólo hay que saber buscarlo para, posteriormente, usarlo. ¿No tiene acaso la persona más encantadora del mundo momentos desagradables? ¿O el más fuerte momentos de debilidad? ¿O el asustadizo de valentía?

Y si estoy en lo cierto, me regocijo apoyándome en la definición que da el latín a la palabra "persona", pues me afirma que esta no es sino pura máscara, nada de claridad. ¿No os habéis sentido diferentes en según qué situaciones? ¿No os habéis asustado cuando vuestro cuerpo ha reaccionado de forma inesperada delante de una persona en concreto? ¿Acaso hay alguien que no se haya sentido ridículo delante de la persona a quien quiere? ¿No nos hemos hecho nunca los valientes? ¿O los interesantes? ¿O los ingenuos?

Cambiamos de máscara, inconscientemente y a veces involuntariamente según nuestra mente o cuerpo lo requiere. Y lo hacemos básicamente para sobrevivir. No existe la falsedad, porque todos cambiamos de máscara minuto a minuto. Y el bebé hará lo mismo, porque está aprendiendo a sobrevivir en un mundo donde las personas son simples máscaras móviles.

¿Qué pasa entonces cuando hablamos de un "estado de claridad"? Ése sí es el estado, para mí, más difícil que puede alcanzar cualquier persona o, permítanme, cualquier máscara. Y el artista tiene las puertas abiertas a ello. Porque una persona, para interpretar a un personaje, tiene que quitarse antes las mil y una máscaras que tiene encima, desecharlas por un rato, y quedarse -ahora sí- claro, desnudo, transparente y sincero. Sólo para, a continuación, vestirse de nuevo y ponerse otra máscara diferente.

Hace poco me preguntaron que qué era para mí arte. En fin, la pregunta es tan amplia y tan interesante que podría pegarme horas hablando de ello. Pero hasta ahora, creo que una buena definición sería decir que el arte es el medio que tiene cualquier persona para quitarse la máscara y presentarse tal y como es (¿?), como el agua cristalina de un río. Siendo y no pareciendo.

Os preguntaréis que qué dificultad tiene entonces ser actor, ¿no se supone que toda persona tiene la capacidad de cambiar de máscara?

La verdad es que ser actor no es más que mimetizar lo que pasa diariamente. Con medios más o menos estilizados (pues sino no sería arte), pero mimetizando. Pero es que subirse a escena e imitar es difícil, pues al contrario que en la vida, que como ya he dicho esto se da de forma inconsciente y hasta involuntariamente, en escena hay que hacerlo consciente y voluntariamente. Y eso es muy, muy difícil. Porque entran en juego muchos tipos de resistencia, bloqueos y demás...

Y porque desnudarse no es fácil. Ni cómodo. No nos gusta mostrarnos tal y como somos. Cosa del ser humano, supongo...

¿De tanto tenemos que avergonzarnos?

Sergio

No hay comentarios:

Publicar un comentario