Todavía aprendiendo.
Carlos Martínez Abarca. He de quedarme con este nombre. Como persona, como profesor de interpretación, sobrepasa lo magnífico. Hoy (aunque no es el primer día, pues cada día que estoy a su lado aprendo algo nuevo) me ha dado una lección.
El jueves pasado tenía previsto un ejercicio de improvisación de Layton junto a un compañero de clase. Mi tercera improvisación. Tras prepararla al detalle, con el máximo empeño e ilusión, Carlos nos echó atrás la improvisación por algunos problemas, no la hicimos. Mi cara era un poema de terror. Me entraron unas ganas horribles de llorar y un cabreo razonable. Al final de la clase, Carlos me pidió una tutoría y estuve hablando con él. Le dije que no sabía hasta qué punto arriesgar en las improvisaciones y que no sabía si era más interesante hacerlo desde mi vida personal o desde la imaginación, pues se supone que un actor debe saber imaginar, pero también es interesante trabajar desde recuerdos, sensaciones... Me contestó que era más interesante trabajar desde lo imaginativo, siempre trabajando desde un "centro vital" del que se compone el actor en el cual reside todo comportamiento, sensación, emoción, conducta... Y, a través de ahí, sacar el personaje. "Al público no le interesa la vida de Sergio, le interesa la del personaje. Como mucho, puede interesarle observar cómo Sergio saca a través de ese centro vital lo que necesita para el personaje." Quiero la improvisación para el lunes, me dijo.
Hoy nos ha vuelto a tirar la improvisación. Y esta tarde he vuelto a hablar con él. Le he dicho que a veces siento que los temas que escojo son muy poco arriesgados. Me ha vuelto a recordar que de lo más simple se puede llegar a lo más complejo (algún día hablaré en el blog de las atmósferas). "Sergio, si tuvieras que irte a una isla con un solo libro, seguro que querrías llevarte mil, pero solo puedes coger uno. Lo mismo pasa en este curso. Puedes sacar mil ideas, pero si me tuviera que quedar con una, elegiría la escucha. Y eso es lo que vi en tu última improvisación. Escucha con el espacio, con el compañero y contigo mismo. Eres un chico muy valiente. Trabajas muy bien en clase y tienes claros los conceptos que estamos viendo. Deja que sea yo el que te lleve, olvídate de lo demás." Sinceramente, se me erizaron los pelos.
De nuevo, con ganas de llorar (y estoy dando la imagen de ser un llorica, pero soy justo lo contrario) le dije que me veía en un laberinto gigante sin saber donde estaba. Me dijo que eso era precisamente lo que debía sentir un actor. Y que cuanto más pasa el tiempo, mayor tiene que ser esa sensación, pues cuanto más sabes, más abanico de posibilidades hay y, por tanto, más grande se hace el laberinto. [Me lo explicó con un dibujo gráfico el cual tengo en mi poder para mirarlo cada vez que esté confuso y ver que gracias al laberinto y dándole tiempo al tiempo voy a poder descubrir más y más caminando por él].
¿Sabes quién es Miguel Ángel?, me preguntó Carlos.
Sí, dije.
Para mí, ha sido el mayor artista que ha dado el mundo. ¿Sabes cuál fue la última frase que dijo antes de morir?
No.
Todavía aprendiendo...
Sergio
Arte y Vida
lunes, 20 de diciembre de 2010
sábado, 18 de diciembre de 2010
Me retiré del teatro porque los espectadores me molestaban.
¿Por qué quiero ser actor? Porque desde que soy pequeñito, es algo que he llevado encima. Y gracias a la vida he llegado a concebirlo como algo indispensable para mí, un sueño, otra realidad, otro aquí y ahora... Porque encarnar a un personaje absurdo es justo lo que me falta en la vida. Porque ese olor a teatro, esos nervios antes de salir a escena, esa inquietud de no saber qué va a pasar, esa niñez, etc. es algo que también me falta en la vida. Y por muchas cosas más, infinitas. Entre otras, porque sueño estar en un escenario rodeado de mil butacas a mi alrededor, una sensación que alimenta el alma...
Me encantaría hacer teatro de calle, claro que sí. Me encantaría rodar una película, claro que sí. Me encantaría trabajar en Port Aventura en Halloween, claro que sí. Todo lo que conlleve teatro es algo muy deseable. Pero hacer teatro justo en un teatro es, como he dicho, una sensación mágica. Cuando pisas camerinos, bastidores, patio de butacas, escenario, etc., respiras un aire mágico. La cuestión es que estoy empezando a ver un problema en esto.
¿Por qué narices tengo que pagar 35 euros para ir al teatro? ¿Descuento para estudiante de arte dramático (que menos)? NO. ¿Descuento por carné joven (que menos que fomentar el teatro a esta edad)? NO. ¿Descuento por ser jubilado? NO. ¿Descuento por ser un pobre económico amante de la cultura? NO.
¿Qué broma es esta? Desde luego que la práctica teatral no es algo precisamente barato pero, ¿35 euros por una obra de teatro? Luego nos quejamos de que el teatro está decayendo, de que el cine ha sido su sustitutivo, de que al teatro van cuatro gatos... ¿Que narices es más preferible, cuatro gatos que pagan 35 euros por una obra de teatro o 100 gatos que pagan 10 o 15 euros? El resultado económico viene a ser el mismo. Y es que hay modos de acabar con semejante brutalidad. Porque no hago más que escuchar: "Joder, no puedo ir al teatro porque no tengo dinero, pero me encantaría ir a ver esto." Es decir, existe gente que quiere pero que no puede.
Claro que hay diferentes localidades y, por lo tanto, diferentes precios. Pero, ¿35 EUROS? No quiero ser actor para que me vean cuatro gatos adinerados que además, luego, son los que menos valoran. Cuatro gatos que pasan por tu lado mirándote por encima del hombro porque con sus mejores etiquetas van a sentarse en primera fila. Y tú, por pobre, a la cazuela. Sinceramente, es que me molesta. Es increíble que a estas alturas haya tanta desigualdad social. ¿De quién depende esto?
Y es que 35 euros para ir a ver una obra de teatro es una bestialidad. Ir a verla decentemente, digo. Porque por poder, puedes pagar 7 euros y adentrarte en la profundidad del gallinero (sí, hace cinco siglos en el peor sitio se situaba lo más desprestigiado, "gallinas". Actualmente, visto lo visto, también.). "Sentado" allí en la última fila, casi rozando el techo con la coronilla y, para más inri, en el lado izquierdo, girando tu cabeza 90º durante hora y media sin poder apoyar la espalda, por supuesto, para poder alcanzar más visibilidad. Hora y media queriendo irte a casa porque no ves más que mitad de la escena, porque te duele la espalda, el cuello y los pelos de las pestañas y porque escuchas gracias a los altavoces que tienes a ambos lados de las orejas.
Joder, para esto me voy al cine. O me quedo en casa viendo Física o química.
Y luego, como he dicho, la cultura escasea. Y nos quejamos...
Sergio
¿Por qué quiero ser actor? Porque desde que soy pequeñito, es algo que he llevado encima. Y gracias a la vida he llegado a concebirlo como algo indispensable para mí, un sueño, otra realidad, otro aquí y ahora... Porque encarnar a un personaje absurdo es justo lo que me falta en la vida. Porque ese olor a teatro, esos nervios antes de salir a escena, esa inquietud de no saber qué va a pasar, esa niñez, etc. es algo que también me falta en la vida. Y por muchas cosas más, infinitas. Entre otras, porque sueño estar en un escenario rodeado de mil butacas a mi alrededor, una sensación que alimenta el alma...
Me encantaría hacer teatro de calle, claro que sí. Me encantaría rodar una película, claro que sí. Me encantaría trabajar en Port Aventura en Halloween, claro que sí. Todo lo que conlleve teatro es algo muy deseable. Pero hacer teatro justo en un teatro es, como he dicho, una sensación mágica. Cuando pisas camerinos, bastidores, patio de butacas, escenario, etc., respiras un aire mágico. La cuestión es que estoy empezando a ver un problema en esto.
¿Por qué narices tengo que pagar 35 euros para ir al teatro? ¿Descuento para estudiante de arte dramático (que menos)? NO. ¿Descuento por carné joven (que menos que fomentar el teatro a esta edad)? NO. ¿Descuento por ser jubilado? NO. ¿Descuento por ser un pobre económico amante de la cultura? NO.
¿Qué broma es esta? Desde luego que la práctica teatral no es algo precisamente barato pero, ¿35 euros por una obra de teatro? Luego nos quejamos de que el teatro está decayendo, de que el cine ha sido su sustitutivo, de que al teatro van cuatro gatos... ¿Que narices es más preferible, cuatro gatos que pagan 35 euros por una obra de teatro o 100 gatos que pagan 10 o 15 euros? El resultado económico viene a ser el mismo. Y es que hay modos de acabar con semejante brutalidad. Porque no hago más que escuchar: "Joder, no puedo ir al teatro porque no tengo dinero, pero me encantaría ir a ver esto." Es decir, existe gente que quiere pero que no puede.
Claro que hay diferentes localidades y, por lo tanto, diferentes precios. Pero, ¿35 EUROS? No quiero ser actor para que me vean cuatro gatos adinerados que además, luego, son los que menos valoran. Cuatro gatos que pasan por tu lado mirándote por encima del hombro porque con sus mejores etiquetas van a sentarse en primera fila. Y tú, por pobre, a la cazuela. Sinceramente, es que me molesta. Es increíble que a estas alturas haya tanta desigualdad social. ¿De quién depende esto?
Y es que 35 euros para ir a ver una obra de teatro es una bestialidad. Ir a verla decentemente, digo. Porque por poder, puedes pagar 7 euros y adentrarte en la profundidad del gallinero (sí, hace cinco siglos en el peor sitio se situaba lo más desprestigiado, "gallinas". Actualmente, visto lo visto, también.). "Sentado" allí en la última fila, casi rozando el techo con la coronilla y, para más inri, en el lado izquierdo, girando tu cabeza 90º durante hora y media sin poder apoyar la espalda, por supuesto, para poder alcanzar más visibilidad. Hora y media queriendo irte a casa porque no ves más que mitad de la escena, porque te duele la espalda, el cuello y los pelos de las pestañas y porque escuchas gracias a los altavoces que tienes a ambos lados de las orejas.
Joder, para esto me voy al cine. O me quedo en casa viendo Física o química.
Y luego, como he dicho, la cultura escasea. Y nos quejamos...
Sergio
lunes, 13 de diciembre de 2010
Cuando estás en escena, el teatro es la única realidad. Lo demás, el mundo exterior, lo que los civiles llaman el mundo real, no es nada más que fantasía.
Respecto a la vida del actor, os recomiendo que os dejéis empapar por semejante entrevista.
¿Creéis que el trabajo del actor afecta indirectamente a la salud de éste? Trabajar con tus emociones es algo muy complicado. Cuando una persona llora porque sufre por algo que le ha pasado (un desamor, un fallecimiento...) es afectada su salud, su forma de estar. ¿Y si un actor tiene que procurarse una gira de 6 meses interpretando a Hamlet, el sufrimiento en persona?
Sergio
Respecto a la vida del actor, os recomiendo que os dejéis empapar por semejante entrevista.
¿Creéis que el trabajo del actor afecta indirectamente a la salud de éste? Trabajar con tus emociones es algo muy complicado. Cuando una persona llora porque sufre por algo que le ha pasado (un desamor, un fallecimiento...) es afectada su salud, su forma de estar. ¿Y si un actor tiene que procurarse una gira de 6 meses interpretando a Hamlet, el sufrimiento en persona?
Sergio
martes, 30 de noviembre de 2010
¿Actuar? ¡Já! Eso lo puede hacer cualquiera... ¿Ser actor? ¡Amigo! ¡Eso es otra cosa!
Ya desde Grecia e incluso antes grandes mentes dejaban huella en la historia de este mundo. Tras el oscuro periodo medieval (y digo oscuro teatralmente hablando, pues poca información dramática se tiene) llegó el Renacimiento, donde España abarcaría el gran siglo de oro. Y ahí estuvo, entre otros, Calderón de la Barca que, como Shakespeare, dejaron clara su visión del mundo: El mundo, en definitiva, es un gran teatro.
Si os fijáis, ya de pequeños, como dice Declan Donellan, asistimos a nuestra primera representación cuando nuestra madre o padre nos hace el "ahora me ves, ahora no me ves" con una almohada. "El bebé gorjea aprendiendo que éste, el más trágico de los sucesos, la separación de la madre, puede prepararse y afrontarse desde la comicidad, con teatralidad. El bebé aprende a reír ante una separación potencialmente aterradora porque, en esta ocasión, no será real. Después de un tiempo, el niño aprenderá a ser el actor, con los padres como público, surgiendo desde detrás del sofá para darles un susto."
En otras palabras, el bebé observa, copia y representa. Crea su propio camino tejiendo su propia identidad, un proceso de socialización que le llevará a comportarse de determinadas formas.
Pero esto no solo le pasa al bebé. También al hermano adolescente, al padre, la madre, el tío, la abuela... Nos pasa durante toda la vida. No es necesario que nos enseñen a actuar, más que nada porque ya desde pequeños hemos aprendido a hacerlo según la situación nos convenga. Actuar es un reflejo, un mecanismo para el desarrollo y la supervivencia. Actuamos continuamente. Pero entonces, si la actuación es un reflejo natural, ¿por qué se estudia y se entrena?
Desde que estoy en la escuela de Arte Dramático mi profesor de interpretación no hace más que repetirnos: "No quiero que penséis como el alumno, el actor o el personaje (de momento). Pensad como personas. Pensad en cómo reaccionaríais si en vuestra vida real os pasara lo que le está pasando al personaje."
Y eso es muy difícil. No es lo mismo actuar inconscientemente (como nos pasa continuamente) que actuar conscientemente. La cosa cambia. El cuerpo trata de mostrar cosas que no son necesarias. En vez de trabajar inconscientemente desde lo más simple trabajamos conscientemente desde lo más complejo y, como he dicho, sacamos a relucir comportamientos, emociones, conductas, etc. convertidos en clichés completamente pensados, exagerados, innecesarios...
En conclusión, actuamos de forma poco creíble.
Está claro que el trabajo del actor no se resume a eso sino que abarca millones de campos. Todo depende del tipo de teatro que quieras trabajar. Mi actualización de hoy se acercaría probablemente a técnicas más realistas, Stanislavski. ¿Pero y si trabajamos un teatro más gestual? Quizá en vez de Stanislavsky tendríamos que conocer más a Grotowski.
Aquí se va abriendo más el infinito abanico del que dispone el actor. Pero para conocerlo aún me quedan casi 4 largos años por delante.
Sergio
Ya desde Grecia e incluso antes grandes mentes dejaban huella en la historia de este mundo. Tras el oscuro periodo medieval (y digo oscuro teatralmente hablando, pues poca información dramática se tiene) llegó el Renacimiento, donde España abarcaría el gran siglo de oro. Y ahí estuvo, entre otros, Calderón de la Barca que, como Shakespeare, dejaron clara su visión del mundo: El mundo, en definitiva, es un gran teatro.
Si os fijáis, ya de pequeños, como dice Declan Donellan, asistimos a nuestra primera representación cuando nuestra madre o padre nos hace el "ahora me ves, ahora no me ves" con una almohada. "El bebé gorjea aprendiendo que éste, el más trágico de los sucesos, la separación de la madre, puede prepararse y afrontarse desde la comicidad, con teatralidad. El bebé aprende a reír ante una separación potencialmente aterradora porque, en esta ocasión, no será real. Después de un tiempo, el niño aprenderá a ser el actor, con los padres como público, surgiendo desde detrás del sofá para darles un susto."
En otras palabras, el bebé observa, copia y representa. Crea su propio camino tejiendo su propia identidad, un proceso de socialización que le llevará a comportarse de determinadas formas.
Pero esto no solo le pasa al bebé. También al hermano adolescente, al padre, la madre, el tío, la abuela... Nos pasa durante toda la vida. No es necesario que nos enseñen a actuar, más que nada porque ya desde pequeños hemos aprendido a hacerlo según la situación nos convenga. Actuar es un reflejo, un mecanismo para el desarrollo y la supervivencia. Actuamos continuamente. Pero entonces, si la actuación es un reflejo natural, ¿por qué se estudia y se entrena?
Desde que estoy en la escuela de Arte Dramático mi profesor de interpretación no hace más que repetirnos: "No quiero que penséis como el alumno, el actor o el personaje (de momento). Pensad como personas. Pensad en cómo reaccionaríais si en vuestra vida real os pasara lo que le está pasando al personaje."
Y eso es muy difícil. No es lo mismo actuar inconscientemente (como nos pasa continuamente) que actuar conscientemente. La cosa cambia. El cuerpo trata de mostrar cosas que no son necesarias. En vez de trabajar inconscientemente desde lo más simple trabajamos conscientemente desde lo más complejo y, como he dicho, sacamos a relucir comportamientos, emociones, conductas, etc. convertidos en clichés completamente pensados, exagerados, innecesarios...
En conclusión, actuamos de forma poco creíble.
Está claro que el trabajo del actor no se resume a eso sino que abarca millones de campos. Todo depende del tipo de teatro que quieras trabajar. Mi actualización de hoy se acercaría probablemente a técnicas más realistas, Stanislavski. ¿Pero y si trabajamos un teatro más gestual? Quizá en vez de Stanislavsky tendríamos que conocer más a Grotowski.
Aquí se va abriendo más el infinito abanico del que dispone el actor. Pero para conocerlo aún me quedan casi 4 largos años por delante.
Sergio
miércoles, 24 de noviembre de 2010
Arte es, entre otras cosas, arte.
Quizá quiera empezar abarcando un concepto muy grande, que lo es. Pero creo que es una buena forma de introducir todo lo que pienso a cerca de esta palabra.
Creo que no se puede entender el "arte" como un concepto plano, del ya, del ahora. Porque, como el resto de cosas, el arte ha ido evolucionando durante más de veinte siglos y no siempre se ha concebido de la misma forma (hablamos de un punto de vista “expectativo”). Ni lo sé ni procede hablar de como el arte se ha ido concibiendo a lo largo de la existencia del ser humano porque tendría que crear un blog de historia para ello, así que me basaré en el arte a partir del siglo XX, el arte actual, nuestro arte.
Lo que está claro es que, al fin y al cabo, arte es todo lo que yo conciba como tal aunque otra persona no lo haga. De esta forma, ya existe.
Partiendo de aquí, sería lógico pensar que una obra de arte contemplada por cien personas tendrá cien puntos de vista diferentes, pues cada uno concibe el resultado de un proyecto artístico de una forma diferente. El problema es cuando entra en juego el concepto de belleza. Porque, generalmente (aunque ahora menos), me atrevería a decir que el 90% de la sociedad asemeja el arte a la belleza. Así, una obra de arte “fea” vista por cien personas daría lugar, como resultado prácticamente general, a noventa espectadores que dirían: desastre.
Esto es algo penoso cuando en pleno siglo XX la mayoría de las diferentes disciplinas artísticas han intentado luchar para romper esa convención. El arte del siglo XX no tiene como objetivo una obra artística en armonía, proporción, etc. El arte, ahora, va más allá. Mucho más allá. No se ancla en reproducir algo agradable para el público, se ancla en reproducir simplemente algo. Un algo que tiene que llegar al público. ¿Alegría? ¿Tristeza?¿Asco? ¿Decepción? ¿Fealdad? ¿Belleza? ¿…? En definitiva, un algo que conmueva. Si en una obra de arte no hay algo que conmueve al espectador, nadie la concebirá como tal y, por tanto, no existirá.
En mi próxima actualización intentaré contar una “anécdota” que me pasó hace poco aquí en Valladolid viendo una obra de teatro. Fue curioso.
Sergio
lunes, 22 de noviembre de 2010
Todos los comienzos son difíciles.
Hola a todos, soy Sergio, un chico de Zaragoza que está estudiando Arte Dramático en Valladolid. He decidido abrir este blog para escribir todas mis reflexiones, conclusiones, inquietudes, etc. que me surgen a cerca del arte y la vida, dos conceptos muy amplios y abstractos.
Partiendo desde el punto de vista de que la mayoría de las cosas son relativas, diré que es imposible definir la palabra "arte" y la palabra "vida" sin que haya alguien que no esté de acuerdo. Pero eso es bueno. Toda opinión vale. Está bien debatir sobre un tema. Me gustaría que las personas que me lean expongan sus opiniones puesto que de todo el mundo se aprende.
¿Qué es arte? ¿Y que relación tiene con la vida?
Me gustaría aclarar que todo lo que exponga en este blog serán meras opiniones, ciertas o no, que para nada buscan un fin negativo. Aunque sí es cierto que me gusta mucho la crítica (siempre constructiva). La experimentación conlleva siempre crítica. Pero, ¿qué es la experimentación? Todas estas preguntas (y muchas más) llevan rondándome por la cabeza desde que empecé esta gran carrera, por eso las escribo.
Por último, me gustaría aclarar que me estoy convirtiendo en un amante de la estética. Es imposible que una obra de arte exista por sí sola. Necesita, como mínimo, dos puntos (de partida y de fin) que son: el artista y el espectador respectivamente. Y es ese segundo punto el que me llama la atención inmensamente. Os confesaré que este amor por la estética me lo está regalando mi nuevo profesor de Historia de las Artes del Espectáculo, un gran profesional y filósofo. Creo que me queda mucho por aprender de él.
En fin, me despido por hoy. Intentaré escribir siempre que pueda.
Sergio
Hola a todos, soy Sergio, un chico de Zaragoza que está estudiando Arte Dramático en Valladolid. He decidido abrir este blog para escribir todas mis reflexiones, conclusiones, inquietudes, etc. que me surgen a cerca del arte y la vida, dos conceptos muy amplios y abstractos.
Partiendo desde el punto de vista de que la mayoría de las cosas son relativas, diré que es imposible definir la palabra "arte" y la palabra "vida" sin que haya alguien que no esté de acuerdo. Pero eso es bueno. Toda opinión vale. Está bien debatir sobre un tema. Me gustaría que las personas que me lean expongan sus opiniones puesto que de todo el mundo se aprende.
¿Qué es arte? ¿Y que relación tiene con la vida?
Me gustaría aclarar que todo lo que exponga en este blog serán meras opiniones, ciertas o no, que para nada buscan un fin negativo. Aunque sí es cierto que me gusta mucho la crítica (siempre constructiva). La experimentación conlleva siempre crítica. Pero, ¿qué es la experimentación? Todas estas preguntas (y muchas más) llevan rondándome por la cabeza desde que empecé esta gran carrera, por eso las escribo.
Por último, me gustaría aclarar que me estoy convirtiendo en un amante de la estética. Es imposible que una obra de arte exista por sí sola. Necesita, como mínimo, dos puntos (de partida y de fin) que son: el artista y el espectador respectivamente. Y es ese segundo punto el que me llama la atención inmensamente. Os confesaré que este amor por la estética me lo está regalando mi nuevo profesor de Historia de las Artes del Espectáculo, un gran profesional y filósofo. Creo que me queda mucho por aprender de él.
En fin, me despido por hoy. Intentaré escribir siempre que pueda.
Sergio
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