Arte y Vida

Arte y Vida

miércoles, 23 de marzo de 2011

Nadie es perfecto.

Supongo que hay momentos tan tristes en la vida que consiguen anularte completamente. E igual que siempre cuento lo bonito de Arte Dramático, he tenido ya muchos, pero muchos momentos tristes y malos. Porque las cosas no te salen. O porque salen demasiado bien. Porque no te encuentras. O porque te encuentras demasiado bien.

A veces no se qué soy ni quién soy. Supongo que os habrá pasado más de una vez. Pero en clase descubro todas las semanas una pequeñita parte de mí que no conocía hasta entonces. Y asusta. Asusta mucho. No saber qué haces ni para qué lo haces. Y sentirte pesado y dependiente de los demás. Y querer mostrar que no eres una persona débil y que puedes afrontar todo lo que la vida supone tú solo.

Y que hayan pasado casi tres meses sin ver a mi familia, a mis amigos... Y sentirte solo, muy solo. Y además perdido en un laberinto muy grande, incluso infinito. Y ver que las cosas van y vienen injustamente sin tu poder controlarlas. Simplemente se aguantan y se aguantan. Y cuando tienes ganas de llorar y de estirarte de los pelos, tener que ir a clase a hacer cosas que tu cuerpo rechaza en ese momento. Y hacer un personaje alegre cuando ya no recuerdas lo que significa esa palabra.

Cuanta pena, de verdad. Y cuanta oscuridad. Y cuanta nostalgia...

Sergio

lunes, 14 de marzo de 2011

No porque todo el mundo crea en una mentira se convierte en verdad.

Vivimos en una especie de gran falacia. Somos realmente ignorantes respecto a lo que nos rodea. Y no hablo de nuestro ámbito más íntimo, pues sería un tema a tratar bastante deprimente, sino de un ámbito mayor, bastante mayor.

Gracias a quien sea estoy estudiando Arte Dramático. Lógicamente, esto ha supuesto una elección (y, por tanto, ha supuesto desechar otras), de forma que estoy conociendo cosas de este ámbito que antes ni imaginaba.  No podéis imaginaros la cantidad de barreras que nos rodean. Creemos que hemos visto todo yendo al teatro para ver Romeo y Julieta o El lago de los cisnes, pero esto sólo constituye el 0.1% de la cantidad de géneros y espectáculos que nos rodean.

En clase de Danza y puesta en escena (una asignatura más que interesante), estamos viendo toda la danza moderna y contemporánea. Nombres conocidos, oídos... Pero apuesto cualquier cosa a que no has visto un espectáculo de danza contemporánea en directo, tal como de Cunningham (hacia el minuto 3.35), Nikolais o Pendleton. [Para los que busquéis que os guste, recomiendo el tercero]. Yo tampoco.

Pues señores, señoras, el arte evoluciona. Que en España tengamos que pagar 50 euros para ir a ver un ballet y 30 para ir a ver una obra de teatro, tales como los que he citado anteriormente, no quiere decir que en el resto del mundo nos hayamos anclado en "lo de siempre". Que no está mal, sin duda. De hecho, está mejor que bien. Pero ya basta de meterle a la sociedad en la cabeza que la danza son puntas y el teatro es verso. Que también existe la contemporaneidad en todos los sentidos de la palabra. Y que teatros como el Principal de Zaragoza o el Calderón de Valladolid se empeñen en mostrar un repertorio generalmente (siempre hay excepciones) clásico sin poder optar el público a ver diferentes tipos de espectáculo, no quiere decir que no exista. Imagino que grandes ciudades como Madrid tendrán más abanico de opciones. Pero España no es Madrid.

Y, por mucho que se insista, no creáis que El circo de los horrores es un espectáculo circense contemporáneo en el sentido innovador, diferente y con calidad. Y pongo este ejemplo porque, a pesar de que no sé de quién depende la publicidad, sí sé que esta puede ser fomentada por diferentes estratos. Y es precisamente horrible ver como se fomentan espectáculos como este por medio de la radio y demás, mientras espectáculos de salas alternativas o incluso los propios Teatros municipales tienen una publicidad prácticamente nula. (De nuevo, insisto en las dos ciudades en las que me baso).

Me consuela, sin embargo, este fin de semana pasado. Estuve en Madrid y, la verdad, fue genial visitar el centro. Te alegra ver tanto arte moviéndose por las calles. Y no hablo de calidad, sino de alegría. Es genial ver corros de gente alrededor de un mago, o de una persona disfrazada, o de un espectáculo de marionetas. Como también fue genial ver La sonrisa etrusca, protagonizada por Héctor Alterio y en la que (lo siento, tengo que decirlo), interviene mi profesor de Interpretación Carlos. La historia me pareció sublime. Y los actores también. Con decir que salí con una paz interior enorme (con lo que yo soy, que no paro de moverme)... Aunque sí es cierto, me confieso, que poco me duró la paz. En cuanto puse los pies en la tierra y me volví a dar cuenta de que había visto ni más ni menos a mi propio profesor hacer una interpretación increíble, reapareció esa energía en mi cuerpo que necesitaba sacar.

¿Existirá la suerte?

Sergio

jueves, 3 de marzo de 2011

El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma.

"Los antiguos maestros de las culturas europea y asiática podrían incluso gritarnos: Mirad nuestras creaciones. No se limitan a ser reproducciones de nuestras nimias vidas personales, de nuestros deseos o nuestros restringidos entornos propios. A diferencia de los artistas actuales nos olvidamos de nosotros mismos para convertirnos en servidores conscientes y activos de las imágenes de otro mundo. Es cierto que nos negamos a ser esclavos de esas visiones desorientadas. Pero las incorporamos a nuestro trabajo como una inesperada bendición. ¿Por qué creáis entonces tantos ejemplos de fealdad y enfermedad y tantas caóticas contorsiones? ¿No será sencillamente porque os preocupáis demasiado por vosotros mismos y no por vuestro arte?", dice Michael Chejov en su libro Sobre la técnica de la actuación.

No sé si llego a comprender bien este fragmento. Pero por lo que leo, bien dice que el artista que se "preocupa demasiado por sí mismo" crea como resultado "ejemplos de fealdad y enfermedad".

Sí es cierto que un artista que no escucha no puede tener la condición de artista. Es algo necesario. ¿De dónde, entonces, va a tomar el pintor, el escultor, el actor, etc. toda su creación? Poca sensibilidad debe tener un "artista" que no escucha y no comprende el entorno que le rodea.

Pero, dicho esto, ¿es necesario que el artista se olvide de sí mismo en tanto que existe para "servir" al arte? El simple hecho de pensar que una obra artística no puede existir sin un artista creador ya nos indica que el "arte" necesita  de alguien para ser expresado. De ahí que sea imposible ver a dos Ofelia idénticas en la faz de la tierra, pues el artista hace uso de "su" imaginación para dar cuerpo a esa expresión no materializada. Y no hay dos imaginaciones iguales. Nunca.

Tampoco creo en el concepto de servidor o esclavo como sinónimo de artista o arte. Simplemente, arte y artista son dos esencias misteriosas que se asocian la una a la otra de una forma completamente mágica para el único hecho de materializar lo que anteriormente solo flotaba, tanto en la cabeza del artista como fuera de ella. Nos resulta muy fácil, no obstante, comprender la cabeza de un artista como creadora de una esencia flotante. Sin embargo, no nos resulta tan fácil comprender esa esencia flotante como un hecho objetivo, fuera de la cabeza del artista, que flota en armonía con la naturaleza a la espera de un medio de expresión. Y digo yo, ¿qué es la naturaleza si no arte? ¿Donde están arraigadas la mayoría de las obras de arte?

Resultados artísticos concebidos como prácticamente perfectos, como puede ser el David de Miguel Ángel, toman su esencia de lo más profundo de la naturaleza. Porque, aunque sea actualmente inconcebible, el hombre toma sus raíces como fruto de ésta. Pero, sin duda alguna, lo que hace que el David de Miguel Ángel sea tal cosa, no es solo su esencia artística objetiva (que también) sino la esencia artística subjetiva del creador, Miguel Ángel. Él, y nadie más, fue el encargado de coger el martillo por el mango y dibujar su realidad, la realidad del David.

Sergio