El gran peligro del orden.
Leyendo el libro Expresión corporal de Marta Schinca, he llegado a un apartado más que interesante y es que, dentro de que el orden sea un componente esencial en una obra de teatro, este puede llegar a ser muy peligroso si no sabemos controlarlo. Me explico.
Tomando como base el elemento "ritmo" y el elemento "métrica", podemos diferenciar que: el ritmo es un fenómeno universal que está dentro de los fenómenos de la vida y la naturaleza, proviniendo de la raíz griega "rheo", que significa flujo. Y es éste "fluir" el que da base a la vivencia real del ritmo, pues hablamos de movimientos o sonidos que surgen aleatoriamente, sin ordenación previa (el viento, las olas...); la métrica, sin embargo, es la forma de medir el ritmo y darle una escritura.
Dicho esto, es curioso pensar que la extremada disposición a ordenar el movimiento a través de la métrica provoca cortes en la base del ritmo, el fluir de la energía. Y es que la métrica es regularidad, número, una ordenación rígida que cuenta interiormente sin permitir una adecuación sensible y orgánica al ritmo. En definitiva, la sumisión a la métrica invalida la vivencia rítmica destrozando su esencia.
Y es que, como señala Émile Jaques-Dalcroze, compositor del siglo XIX-XX: "La métrica, creada por el intelecto, regula de una manera mecánica la sucesión y el orden de los elementos vitales y sus combinaciones, mientras que la rítmica asegura la integridad de los principios esenciales de la vida. El compás depende de la reflexión y el ritmo de la intuición..."
"...esta búsqueda mecánica constante del orden hace correr el riesgo de desnaturalizar el carácter de las manifestaciones vitales espontáneas. El compás creado por el hombre le suministra un instrumento que, en muchos casos, termina por convertirse en su amo, que influye sobre la dinámica y la agógica de sus movimientos y vuelve su personalidad esclava de un mecanismo convencional".
Sí es cierto que la composición teatral está ordenada por excelencia (cada actor sabe cuando ha de salir al escenario, donde se sitúa el lugar donde tiene que estar para ser iluminado por el foco, incluso ha de tener una constante sumisión a detalles dados por dirección). Pero el actor, y esto es importante, ha de saber jugar con la vulnerabilidad en escena. Es decir, un actor sabe qué va a pasar y qué tiene que hacer en cualquier momento, pero el personaje no, el personaje ha de jugar con la sorpresa, con la vulnerabilidad de que todo lo que pasa, le está pasando por primera vez.
Y así, el actor pasará de la actuación mecánica (tan criticada por teóricos como Stanislavski) a la actuación libre, fluida, en la que él dirige al orden y no el orden a él.
Sergio
Fluida. Tú lo has dicho. "Sostenidamente"
ResponderEliminar