Arte y Vida

Arte y Vida

domingo, 16 de enero de 2011

Cuando crezca, yo quiero ser un niño.

Hace poco me hicieron ver que todos los niños viven en una habitación sin nada, solo con un baúl. Un baúl cerrado. Y así, durante toda su infancia, pasa el tiempo mientras se preguntan: ¿Qué habrá dentro? Y a continuación, el sí mágico del que habla Stanislavski, ¿Y si hubiera un fantasma? ¿Y si hubiera un dragón? ¿Y si hubiera un tesoro? ¿Y si hubiera millones de chuches? ¿Que pasaría entonces? Y así, ellos solos, activan ese estado creativo de la mente del que luego hablaré.

El problema llega cuando pasada esa infancia, el niño abre el baúl y, desgraciadamente, se encuentra con un baúl vacío. Vacío de ilusiones, de magia, de creatividad... ¿Y quién es el culpable de que ese niño haya abierto el baúl? ¡Todo su alrededor! Los padres, los profesores, los amigos...  ¡Ya madurarás, ya madurarás! ¿Qué problema tienen con madurar? ¿Por qué tenemos que salir de nuestra realidad para meternos en una en la que nos tenemos que crear varios estereotipos de personajes para poder sobrevivir? ¡Nos presionan a hacernos de hierro cuando no es necesario!

Y es que existe una barrera entre el mundo "creativo" del niño y el mundo "real" y "racional" de los adultos que insisten en romper. Y una vez rota, ¿qué? No es fácil volverla a crear, tratando de separar como si nada el mundo "real" del "creativo". Y si no, plantearos "¿Donde irán los sueños cuando no los conseguimos? Porque a algún lado tienen que ir. Aunque creo que al final, lo sueños no son más que una excusa. Pero una excusa muy gorda. Son la excusa para vivir. Por eso, a veces, también se convierten en la mirada nostálgica de lo que nunca fuimos. Que putada, asumir que nunca serás lo que siempre deseaste...". Creo, en definitiva, que los sueños no son más que estados de creatividad que anhelamos. Soñamos, al fin y al cabo, como lo hace el niño. La diferencia es que el niño vive porque sueña. Los adultos sueñan para vivir.

Como dice Michael Gambon, "Cuando estás en escena actuando, el teatro es la única realidad. Todo lo demás, lo que los civiles llaman el mundo real, no es nada más que fantasía". Y así os planteo una cuestión: ¿Cuál es la verdadera realidad? ¿El mundo "real" donde los adultos se empeñan en romper barreras o el mundo "creativo" del niño, el escenario del actor?

No sabría qué decir. Lo que está claro es que el actor debe saber jugar con ese mundo creativo.

Durante su vida, Stanislavski trató de averiguar por qué había noches en las que sobresalía en la representación de sus obras y otras en las que no conseguía sacar al personaje. Llegó a la conclusión de que el problema es que había noches en las que conseguía llegar a ese estado creativo de la mente, mientras que otras no. ¿Cuál era el problema? Stanislavski observó que los únicos seres humanos en el planeta que mantenían continuamente ese estado creativo de la mente eran los enamorados y los niños. ¿Por qué? ¿Quizá porque dejan de usar su mente racionalmente? ¿Porque dejan su cuerpo y mente en un estado de aquí y ahora, tomando como única realidad ese mundo en el que la creación y el sí mágico es la única razón posible?

Es curioso...

Sergio

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