Solo la belleza puede salvarnos.
¿De quién? De nosotros mismos.
¿Cómo es el verdadero estado de contemplación de la belleza? Continuando con la actualización del 11 de enero, hablaré hoy de la experiencia estética desinteresada, fruto de la mirada estética desinteresada.
Kant sitúa a tres individuos que, tras contemplar una puesta de sol en la playa, ocurre esto:
- El primero se vuelve loco por lo que ve, queriendo revolcarse por la arena, meterse al mar... Le interesa probar y disfrutar.
- El segundo es un comerciante que, tras ver el panorama, ve el lugar perfecto para situar un chiringuito y sacar dinero. Interés económico.
El tercero, sin embargo, se queda extasiado contemplando el lugar sin dar pie a querer hacer nada con él. Simplemente contempla. No existe ningún tipo de interés.
¿Sabéis ya en qué consiste la mirada desinteresada? Es una mirada a través de la cual se cercena completamente la voluntad del individuo, evitando el querer hacer, llegando a un estado de éxtasis a través de una mirada vibrante que se mantiene límpida. Es un estado de transición a la esencia más profunda del objeto o ser a contemplar (mirada anagógica). Solo se contempla, dejando de lado cualquier interés mental. Y es a través de ésta cuando podemos llegar a la experiencia estética de lo bello que, por cierto, se produce muy pocas veces en la vida, a veces ninguna, decía Platón.
¿Nunca habéis entrado en este estado?
Y hablando de la subjetividad u objetividad de la belleza, diré que para Kant, la experiencia estética de lo bello era, ante todo, un sentimiento, de forma que una persona puede llegar a entrar en ese estado de transición contemplando esa puesta de sol, mientras otra puede entenderlo como una experiencia estética fea. Es decir, al contrario de lo que pasaba antes de Kant (donde la belleza se medía a través de unos cánones establecidos, de forma objetiva), a partir de él, la belleza se concibe como algo subjetivo. Como hablaba en mi segunda actualización, el arte en el siglo XX no busca una obra artística bella a través de cánones establecidos para que el público salga contento del teatro, sino que busca una obra de arte, y fin. La belleza ha de ser encontrada por el público (sí, la mirada desinteresada se educa, aunque es algo dificultoso, pues no es fácil bloquear la voluntad).
Distinguir así entra la belleza sensible (una escultura bonita creada a través de unos cánones específicos) y una Belleza invisible (con mayúscula), que supera con creces todo canon, y que es de la que estoy hablando. Y como decía en la actualización del 11 de enero, en todas las épocas vienen a decir lo mismo pero con palabras diferentes pues, para los medievales, Dios era la máxima Belleza.
¿Os acordáis de ese "estado creativo" de Stanislavski, en mi actualización anterior? Resulta que tiene mucho que ver con la mirada desinteresada. ¿Tenéis en mente la imagen de algún bebé cuando de repente se queda perplejo por algo que ve? Mira desinteresadamente, entre otras cosas, porque aún no es capaz de desarrollar ideas complejas en su mente dejándose llevar, en otras palabras de lo dicho anteriormente, por un estado de aquí y ahora, apartando cualquier tipo de interés o pensamiento racional de la mente.
Y es que, como decía al principio, mirar desinteresadamente a los objetos y personas que nos rodean es una puerta abierta a nuestra más profunda humanidad, a la esencia más profunda de lo que nos rodea, una puerta hacia la más profunda comprensión, que lo necesitamos. Sí, soy de los que piensa que el ser humano llevará al desastre al ser humano y al resto de seres, pero esto es otro debate aparte.
Por último, aclarar que todo esto es información que he recogido de mi clase de Historia y algo de reflexión propia. Madre mía, siento que acabaré volviéndome loco. Mi profesor de Historia me advierte: "Sergio, tengo un amigo que era pintor. Se introdujo en el mundo de la estética por puro interés, pero luego, cuando quiso bajar de nuevo al mundo de la creación, le fue imposible". Pero, ¿por qué? "Quizá el problema de la caverna sea que, a fin de cuentas, no es del todo incómoda".
Sergio
como se entere Adrián Pradier de que estás citando sus clases ¡te mata!
ResponderEliminara mí también me da clases y es una gozada