Arte y Vida

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martes, 26 de abril de 2011

¡Cuidado con tu aliado! Puede volverse contra ti.

Uno de los grandes temas teóricos en el ámbito de la interpretación dramática y que, no casualmente, irrumpe sobre gran parte de mis ocupaciones, viene a ser la mente, el pensamiento. Y digo "sobre gran parte de" porque, si no consigues controlar lo que tienes entre manos, puede acabar por volverse contra ti.

Y ahora, lejos de querer contaros la mejor de las historias de ciencia ficción, explico lo anterior.

Empezaré por hablar de Rudolf Steiner, filósofo de finales del XIX y principios del XX, quien nos cuenta, acerca del pensamiento, que éste puede llegar a ser puro (o, lo que es lo mismo, puede liberar al ser humano a sus instintos y pulsiones más básicas). Esto es algo más que interesante cuando estamos tratando de atender o concentrarnos en algo particular (ya sea físico o mental) evitando bloqueos y tratando de desplegarnos a nuestros más profundos y sinceros deseos. Y para ello, Steiner nos propone un pensamiento de pensamientos, es decir, un pensamiento que se piensa a sí mismo en tanto que se está pensando. En definitiva, Steiner busca que seamos conscientes de algo en tanto que lo estamos llevando a cabo.

No obstante, ¿no os da que pensar? Todos hemos alcanzado una idea de pensamiento puro alguna vez, la mayoría de las veces inconscientemente. Entonces, ¿por qué Steiner nos propone un pensamiento consciente?

El ejemplo más claro lo tenemos en uno de los más grandes automatismos del siglo XX, la conducción. Cuando se conduce, no haces sino estar haciendo algo (automatizado en este caso) pero sin ser consciente de ello en tanto que lo estás haciendo. Es decir, ¡no piensas que estás pisando el acelerador mientras cambias de marcha y giras a la derecha en tanto que todo esto lo estás haciendo! ¿Qué ocurre si pasa esto?

Bloqueo. Y aquí enlazo con el actor. ¿Bloqueo? ¡Gran enemigo el bloqueo! ¿Cómo ha el actor de pensar en que está interpretando un personaje en tanto que lo está interpretando, siendo incluso que en escena no piensa como actor (o no reacciona como actor, mejor dicho) sino que reacciona como personaje?

El simple hecho de plantearlo ya es de por sí lioso. ¿Cómo conseguir entonces el verdadero pensamiento puro? Recapitulen unas cuantas actualizaciones: "Kant habla de un tercer espectador que contempla un cuerpo sensible bello, quedándose completamente embelesado (suspendido de sentidos), interiorizándose en sí mismo y desconectando automáticamente con el mundo sensible a través de la belleza que le cautiva. Y pensaba: Para cerrarse a lo sensible, ¿no podría ser quizá a través de ello, usándolo como puente? ¡Justo eso explica el movimiento rectilíneo del alma! En vez de entrar el alma en sí a través de cerrarse al mundo sensible, lo hace desde las cosas que la rodean, elevándose a lo superior a través de ellas [...]". "La mirada desinteresada es una mirada a través de la cual se cercena completamente la voluntad del individuo, evitando el querer hacer, llegando a un estado de éxtasis a través de una mirada vibrante que se mantiene límpida. Es un estado de transición a la esencia más profunda del objeto o ser a contemplar (mirada anagógica). Solo se contempla dejando de lado cualquier interés mental [...]".

¡Situar nuestra atención fuera de nosotros atendiendo a lo que pasa a nuestro alrededor, escuchar aquí y ahora tratando de "desvincularnos" de todo nuestro ser para dejar que éste tome una posición mucho más libre, no pensada, no convencional y no creada, sino mucho más cristalina, "pura" y verdadera, dejando al descubierto todos nuestros impulsos más profundos, ancestrales y, ya lo siento, "mal educados"! Porque no, no creo ni quiero creen en la educación. ¿Por qué tengo que mostrar la cara que la sociedad espera de mí? Mejor hacer que mostrar, ¿no? No es cuestión de educación, creo yo, sino de una simple conciencia interior (no pensada en tanto que se piensa, por favor) del trato entre una persona y otra. Si caigo en la educación (que, al fin y al cabo, no deja de ser un convencionalismo bastante torpe a mi parecer), ya estoy pensando en tanto que pienso qué y cómo mostrarlo. Mejor escuchar al ser que tienes delante en tanto que es una persona, como tú.

Pero, como decía, este gran aliado (el pensamiento) está al acecho. Y no suele ser favorable. Víctima de ello me veo. Si me atrevo, publicaré unos escritos que hice a cerca de todo esto.

Y, en fin. Esta es una de mis tareas como actor. Una de mis tareas como persona. Y una de vuestras tareas como personas. O debería.

Sergio

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