Mediante el acero de la disciplina, forjarás un carácter colmado de coraje y de paz. [...]
Siento actualizar últimamente tan de vez en cuando, pero mi tiempo se va comprimiendo. Arte Dramático, esa carrera tan ridícula, es bastante exigente. Y debería serlo más, la verdad, en otros ámbitos (como bien dice Stanislavski en el apartado de "La ética teatral" en su obra La construcción del personaje), pero en cuanto a cantidad de trabajo se refiere, creo que hay bastante.
Puede que no interese, pero ahora mismo tengo por delante: un ejercicio de imitación de un juguete y de un anciano para Expresión corporal, con todo lo que ello conlleva, junto a la creación de una partitura de ejercicios; practicar como mínimo semanalmente mis ejercicios anatómicos de Principios musicales y movimiento; un proyecto de investigación sobre Darren Aronosfky (director de películas como Cisne negro, Réquiem por un sueño, Pi, etc., que os recomiendo encarecidamente que veáis) para Teoría de la Interpretación; trabajo de improvisaciones sobre el cuento Young Sánchez, de nuevo, con todo lo que esto conlleva, que nos es poco, para Interpretación; leerme, de aquí a junio, dos libros semanales para Literatura dramática, junto a la exposición de El avaro de Moliére; otro proyecto de investigación sobre la recepción en el espectador del arte del siglo XX y todos los temas y enfoques que éste trata de abordar, con las lecturas correspondientes, como es El arte ensimismado, de Ventós (más que interesante, por cierto), para Historia de las artes del espectáculo; imitación de la voz de un compañero de clase tratando de encontrar los focos presentes, para Voz; realización de un cómic a través de la voz y apoyándonos en un contenido visual, junto a la práctica semanal de ejercicios de respiración, más empezar un trabajo en el que, a través de los ejercicios de respiración, tengo que señalar qué músculos se activan en mi cuerpo y completar el diario correspondiente a esta asignatura, Anatomía para la voz, desde octubre; práctica diaria alrededor de los 40 minutos de los estiramientos necesarios, para Prácticas de anatomía para el movimiento; realización de dos partituras, un Vals y una Marcha, para Fundamentos musicales; lectura de un poema en inglés para Inglés; y práctica semanal de los ejercicios de Acrobacia.
Sí, un agobio. Y esto sin contar con mis exámenes de junio, que abarcan desde el 3 hasta el 30 de tal mes, pues 13 asignaturas no se reparten fácilmente.
Sin embargo, como he comentado al principio, creo que, tras leer "La ética teatral" y habiéndome analizado a mí mismo, al resto de compañeros y al resto de grupos en mi Escuela, creo que el actor, entre todos los artistas escénicos, es el que menos disciplina tiene y el que menos exigencia se impone. Y es que, como bien comenta nuestro amigo Stanislavski, no es suficiente llegar a la hora de la clase, o a la hora del ensayo, o a la hora de la representación. El actor (al igual que el bailarín, que calienta y estira; el pianista, que calienta sus dedos; o el cantante, que calienta sus cuerdas vocales) ha de tener una preparación previa tanto corporal como mental para poder empezar el trabajo al nivel exigido que, además, debe ser subjetivamente alto. Un actor, aunque no de forma tan intensa en la mayoría de los casos, no deja de valerse de su cuerpo, de su voz, de su cabeza y de sus emociones para trabajar. Y, al contrario que cualquier otro artista plástico (los pintores, por ejemplo, pintan cuando ellos quieren), el actor ha de estar "inspirado" a tal o cual hora del día. Y esto es algo difícil cuando, tranquilamente, llegamos a la sala de ensayos cinco minutos antes de comenzar.
De la misma forma, comentar que el actor, al menos en España, tiende a ser muy "quejica". Cualquier ejercicio que implica un grado de trabajo considerablemente alto, hace que el actor se resienta. Y es que creo que, a nivel general, los actores no tienen verdaderamente el cuerpo dispuesto físicamente hablando al trabajo. Falta exigencia y disciplina. Al igual que debería ser impensable que un actor llegue tarde, o no vaya al ensayo (sea cual sea el motivo, el ensayo debería recaer en la mayor prioridad), o vaya con una ropa inadecuada (una camiseta roja o un dibujo resaltará en la indumentaria negra de los compañeros), etc. Un actor debe sentir el amor hacia el teatro tanto dentro como fuera de escena. Si queremos mostrar al público la grandeza del teatro, la grandeza de la vida, no podemos salir del teatro pisoteando todo ello. ¿De qué sirve entonces el trabajo escénico?
Si quieres ser actor, ¡te jodes! ¡Y disfrutas!, pero no trates el trabajo teatral con indiferencia, ¡porque la indiferencia no existe en escena! Nada puede serte indiferente, todo, absolutamente todo te provoca algo. Y si el teatro nos provoca indiferencia, o desprecio, plantéense abandonar. Nada más precioso que levantarte con ganas de ir a calentar para comenzar otro duro y apasionante viaje mágico.
Yo soy el primero, además, que he de aplicar a mi aprendizaje todo ello. Y sí, existen jornadas difíciles y tenemos derecho a reconocerlas como tal para apropiarlas al trabajo y saber jugar con ellas. Pero la canica ya está rodando. De los errores se aprende.
Sergio
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